La imagem totémica del mundo supone, según Ernst Cassirer, no una coordinación entre hombres y animales, sino una auténtica identidad; es que, para algunos pueblos, los limites de la especie "hombre" son flexibles, no apreciándose diferencia esencial entre ser humano y bestia. De esta concepción se deriva la diferenciación, que impone matrimonios exogámicos y distanciamento entre personas pertencientes a tótens distintos; respecto de cómo el animal totémico sea elegido por determinado clan, tal ellección "representa y objetiviza una actitud vital y espiritual específica."
El totemismo ha recibido, sin embargo, numerosas y antiguas críticas, basadas fundamentalmente en su carácter no universal, y en no constituir, como se ha pretendido, el origen de las religiones; lo que se censura hoy, sobre todo, es la interpretación totemística de mitos e símbolos, o que una construcción de tanta importancia como el estructuralismo lévi-straussiano se levante exclusivamente sobre mitos totémicos. Contra el carácter no arcaico del tótem se pronuncia Van Gennep sin dar resquicio a apelación posible: "La etnografía universal", escribe el folklorista, "demuestra (...) que las personificaciones animales (en el totemismo, por ejemplo) o humanas (en forma de espíritus guardianes, si se quiere, o genios de diversas especies) son verdaderamente primitivas; y que el antropomorfismo no es signo de una civilización más evolucionada que el zoomorfismo o el fitomorfismo".
Si el tótem puede servir - al menos en opinión de algunos - para interpretar el mito, si figuras animales desempeñam un papel absolutamente esencial en mitos de todas las culturas, conviene detenerse momentáneamente en el concepto o de una idea, dice Barthes: es una palabra, un sistema de comunicación, un mensaje, un verdadero sistema semiológico. Concepción esta bastante alejada de las que apuntam, sobre todo, al mito como manifestación fundamentalmente cultural: "el mito es la entrada secreta por la cual las inagotables energías del cosmos se viertem en las manifestaciones culturales humanas"; como manifestación religiosa: "por mito entendemos aquí un relato sobre la divindad o seres divinos en cuya realidad cree el pueblo. La fe es considerada aquí no como un fator psicológico, sino como factor histórico."; o como manifestación colectiva: "no hay mito si no hay desvelamiento de un misterio, revelación de un acontecimiento primordial que fundó bien una estructura de lo real, bien un comportamiento humano. De donde resulta que, por su proprio modo de ser, el mito no puede ser particular, privado, personal. No puede constituirse como mito más que en la medida en que revela la existencia y la actividad de los seres sobrehumanos que se comportam de una manera ejemplar; lo que - en el plano de la espiritualidad primitiva - equivale a decir: "se comportan de una manera universal, pues un mito se convierte en modelo para el mundo entero (así es como consideran la sociedad a la que pertenecen) y un modelo para la eternidad (pues sucedió in illo tempore y no participa de la temporalidad)" (Eliade, Mythes).
Edición a cargo de Ignácio Malaxecheverría
El totemismo ha recibido, sin embargo, numerosas y antiguas críticas, basadas fundamentalmente en su carácter no universal, y en no constituir, como se ha pretendido, el origen de las religiones; lo que se censura hoy, sobre todo, es la interpretación totemística de mitos e símbolos, o que una construcción de tanta importancia como el estructuralismo lévi-straussiano se levante exclusivamente sobre mitos totémicos. Contra el carácter no arcaico del tótem se pronuncia Van Gennep sin dar resquicio a apelación posible: "La etnografía universal", escribe el folklorista, "demuestra (...) que las personificaciones animales (en el totemismo, por ejemplo) o humanas (en forma de espíritus guardianes, si se quiere, o genios de diversas especies) son verdaderamente primitivas; y que el antropomorfismo no es signo de una civilización más evolucionada que el zoomorfismo o el fitomorfismo".
Si el tótem puede servir - al menos en opinión de algunos - para interpretar el mito, si figuras animales desempeñam un papel absolutamente esencial en mitos de todas las culturas, conviene detenerse momentáneamente en el concepto o de una idea, dice Barthes: es una palabra, un sistema de comunicación, un mensaje, un verdadero sistema semiológico. Concepción esta bastante alejada de las que apuntam, sobre todo, al mito como manifestación fundamentalmente cultural: "el mito es la entrada secreta por la cual las inagotables energías del cosmos se viertem en las manifestaciones culturales humanas"; como manifestación religiosa: "por mito entendemos aquí un relato sobre la divindad o seres divinos en cuya realidad cree el pueblo. La fe es considerada aquí no como un fator psicológico, sino como factor histórico."; o como manifestación colectiva: "no hay mito si no hay desvelamiento de un misterio, revelación de un acontecimiento primordial que fundó bien una estructura de lo real, bien un comportamiento humano. De donde resulta que, por su proprio modo de ser, el mito no puede ser particular, privado, personal. No puede constituirse como mito más que en la medida en que revela la existencia y la actividad de los seres sobrehumanos que se comportam de una manera ejemplar; lo que - en el plano de la espiritualidad primitiva - equivale a decir: "se comportan de una manera universal, pues un mito se convierte en modelo para el mundo entero (así es como consideran la sociedad a la que pertenecen) y un modelo para la eternidad (pues sucedió in illo tempore y no participa de la temporalidad)" (Eliade, Mythes).
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